Wednesday, February 25, 2009

En Bogotá estábamos peor

El 15 de diciembre de 1991 era un día especial. Yo iba a un partido de fútbol para posiblemente ver coronarse campeón (o campeonar como dicen ahora los seudoargentinos en Medellín) a Nacional después de diez años. Siempre he sostenido que ir al estadio a un partido de fútbol es toda una odisea que comienza desde el momento mismo que te decidís ir al estadio. Primero se sufre para conseguir una boleta. Tenés que buscar a los amigos que son amigos de amigos y que conocen a alguien que trabaje en un expendio de boletas. Después, la madrugada para ir al estadio y esperar a que abran las puertas. Luego conseguir un buen puesto en la tribuna, donde tengás una buena visión del campo y esperar, normalmente con un calor insoportable, a que el partido comience. Por último, y este es el aspecto más importante y en el que más se sufre, es ver a tu equipo ganar. Es así como aquel domingo 15 de diciembre de 1991 no fue la excepción a todas las circunstancias que nombré. El primer tiempo terminamos perdiendo 1-0. Todos sentíamos que la historia se repetía. Hubo un gordo barbado y con gafas que trató de animarnos en la tribuna. Comenzó a gritar que no habíamos perdido aún, que no nos desanimáramos que “en Bogotá estábamos peor”. Esta frase se refiere a lo sucedido el miércoles 31 de mayo de 1989 cuando Nacional jugó la final de la Copa Libertadores y en el segundo tiempo remontó un marcador adverso de 2-0 y finalmente se coronó campeón. Entonces si lo miramos objetivamente el gordo tenía razón. Pero eso no fue lo que muchos pensamos en el momento. Le comenzamos a gritar cosas y a decirle que mejor se callara. Pero nuestra actitud cambió cuando Alexis García empata el partido en el minuto 9 de tiro penal. La gente en la tribuna se empezó a animar y en el minuto 22 el “Bendito” Fajardo le hace un “sombrerito” precioso al arquero Eduardo Niño y anota el segundo gol. En la tribuna nos queríamos enloquecer. Lo primero que hicimos los que estábamos cerca fue ir y abrazar al gordo barbado y con gafas que nos había intentado animar. Él, más emocionado que nosotros, nos decía “se los dije…se los dije muchachos”…Los más de veinte minutos restantes fueron de fiesta en la tribuna. Todos alrededor del gordo (tomando aguardiente que no sé de quién era ni de cómo entró al estadio) que nos recordó de una situación en la que el equipo había estado más comprometido y la habíamos superado.

He estado pensando en todo esto debido a que comienzo una nueva etapa en mi vida… donde después de estar escribiendo la tesis por más de tres años la pude terminar, la defendí, me gradué, y hace un par de semanas me ofrecieron un puesto de “tenure-track” el cual acepté. Todo ésto pasó en menos de cuatro meses… Quiero escribir esto para venir y leerlo en los momentos en mi vida (que de seguro habrá muchos) en los que me sienta perdido y acordarme cómo “en Bogotá estábamos peor” y cómo terminé mi tesis después de trabajar en ella por un largo tiempo.