Tuesday, May 24, 2011

La misión (Sexta Entrega)


Los viajes en el tiempo

El primer viaje en el tiempo fue realizado en la Universidad Industrial de Santander (UIS) en Colombia el 19 de abril de 2105.  La Universidad de Pennsylvania en los Estados Unidos aun tienen demandas en las cortes internacionales argumentando que fueron ellos los verdaderos creadores de la primera máquina del tiempo, pero apesar que han intentado cambiar hechos con sus continuos viajes al pasado, ninguna corte ha fallado a su favor.
Este primer viaje fue un proyecto desarrollado por los departamentos de historia y de ingeniería de la UIS.  Sin embargo, se debe aclarar que el mayor interés fue presentado por los profesores de historia quienes, cansados de cómo la literatura llenaba esos vacíos que dejaba la historia, decidieron embarcarse en el proyecto de crear una máquina que los pudiera llevar al pasado, y de esta manera poder llenar ellos, los historiadores, con hechos exactos las lagunas que la historia había dejado a lo largo de los años.
    Al comienzo los viajes en el tiempo no tuvieron muchas restricciones, pero ante los catástrofes que se habían creado por aquellos que quisieron cambiar la historia, se decidió formar un ente que regularía todos los viajes en el tiempo.  Como era de esperarse, Penn quiso ser el ente regulador, pero las cortes internacionales decidieron que esta organización sería regulada por la UIS, aunque la sede sería en Philadelphia (trantando de evitar así mayores peleas).  Apesar de las protestas de los ingenieros de Penn, quienes querían un nombre con siglas en inglés, la organización recibió el nombre de AGVT (Asociación Galáctica de Viajeros en el Tiempo).  El comité ejecutivo estaba conformado por dos historiadores, dos ingenieros y un profesor de literatura (como una manera de honrar la labor llevada por esta profesión antes de la creación de la primera máquina del tiempo).  Por orden de las cortes internacionales, los integrantes tenían que hablar español, inglés y francés.  Se determinó que la AGVT dependería de la ONU, especificamente de la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre.
    La AGVT tiene tres sucursales que son los únicos lugares donde se pueden desarrollar, legalmente, viajes en el tiempo.  Estas son la UIS en Bucaramanga (Colombia), La Universidad de Penn en Philadelphia (Estados Unidos) y la Universidad de Uppsala (Suecia).  Fue precisamente en esta última universidad donde Clarissa Federico terminó sus estudios en Ingeniería histórica con el fin de convertirse en una viajera del tiempo.  Federico, la hija mayor de unos inmigrantes colombianos que llegaron a Estocolmo a mediados del siglo, quiso ser la primera en su familia en viajar en el tiempo luego del suicidio de su mejor amiga en la escuela secundaria.  En su solicitud al programa escribió “quiero entender y tratar de corregir las causas humanas que nos llevan a cometer actos que no sólo dañan a la persona que los comete, sino también a los que rodean a esa persona.”
     La primera misión de Federico, agente AGVT-UU-29, consistía en viajar al día viernes 25 de febrero de 1994 en Bogotá (Colombia).  Una vez allí, tendría que buscar a Santiago Feder, quien estaba a punto de cometer un error.  Federico, en preparación para su viaje, observó los videos disponibles en la base de datos del instituto en Uppsala, creándose una idea de cómo era la vida de sus antepasados colombianos, y tratar así de no sobresalir dentro de la personas (error muy común dentro de los neófitos viajeros del tiempo).  Al llegar a Bogotá, se lamentó de no haber traído su respirador ya que inicialmente sintió una fuerte agitación y, el hecho que en 1994 aún no se había creado el “Smoke Cleaner”, no colaboró en su inicial adaptación a una ciudad y a un mundo casi doscientos años más antiguo al que ella estaba acostumbrada a vivir.
     Su agitación se terminó cuando, en las afueras de un centro comercial, vio a un sujeto que correspondía físicamente a la descripción que le fue dada de Feder, además caminaba sin parecer tener un destino.  Ella intentó aproximarse, pero lo asustó y cuando finalmente se decidió decirle que lo estaba esperando, vio a otro sujeto, también caminando sin parecer tener un destino, que seguía las mismas características físicas de Feder.  Ambos sujetos se unieron y comenzaron a correr y Federico los siguió hasta que vio que entraron a una librería en el segundo piso del centro comercial.  Desde allí contactó al instituto en Uppsala para informar que ya había localizado a Feder y que esparaba más instrucciones.

Continuará...


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Tuesday, May 10, 2011

La misión (Quinta Entrega)

Mi otro


Cuando me disponía a salir corriendo lo vi. Se veía triste, frustrado, desesperanzado. Caminaba sin parecer tener un destino, de manera similar como lo debí haber hecho yo recién llegué. No sé como, pero puede sentir la desolación que sentía, se preguntaba por qué le tenían que pasar estas cosas a él (¿qué tipo de cosas?), por qué había tenido que dejar Medellín sin quererlo, su grupo de amigos de la universidad, y a ella, al amor de su vida. Él la amaba como a nadie, fue por ella que había dejado de lado los pensamientos oscuros que tenía desde los quince años, fue en ella en quien todas sus inseguridades se centraron, pero a pesar de esto, ella lo amaba, lo aceptaba con sus celos posesivos, sus inseguridades.
Yo, sin pensarlo, lo comencé a seguir. Él estaba recordando cuando le dio la noticia. Los gritos de ella, las lágrimas de él. Cómo su viaje les dificultaría la relación. En cómo él le hizo jurar que no saldría con ningún otro chico, sólo con amigas. Recordó la última vez que se vieron. Tuvo que ser en secreto porque sus padres le prohibieron visitar lugares que frecuentara normalmente. Un amigo de la universidad los recogió, los llevó a un restaurante al que nunca habían ido, y allí ellos se abrazaron y lloraron por un largo tiempo. La comida casi ni la probaron. Él le prometió que siempre la amaría, ella hizo lo mismo.
La mujer aun me seguía, pero ya no tenía miedo, estaba más preocupado por él que por mí mismo (lo que podría sonar paradójico). La situación se complicó cuando ella finalmente se dio cuenta a quién yo estaba siguiendo. Me miró a mí, lo miró a él y me preguntó “¿qué está pasando?” Yo, sin decirle nada, comencé a correr tan rápido como pude, en mi carrera lo alcancé y le dije que estaba en peligro, que teníamos que correr, él lo hizo. Subimos al segundo piso y nos metimos en una librería. Después de asegurarnos que la habíamos perdido, le conté quien era yo. Él me miró y me preguntó “¿vos sos yo?” Le respondí afirmativamente y le dijo que lo más importante era saber por qué esa mujer nos seguía, teníamos que averiguar si ella me perseguía a mí o a él.



Continuará...




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