Friday, December 30, 2011

La paradoja del abuelo (Tercera entrega)


Quiero informar a los lectores que Quimulá aun no se encuentra en condiciones para hacer su acostumbrada publicación (por eso el desfase en fechas).  Yo he recibido lo que sería la tercera entrega de su historia y es la que transcribo aquí.  Como la entrega anterior, me tomé la libertad de hacer correciones donde lo estimé pertinente.

Familia Castellanos Vieira*
 
Hugo siempre culpó a los padres de Gabriela su inestabilidad emocional.  Él me decía que ella creció en una casa llena de inseguridades.  Los gritos de Patricia y el silencio del papá.  El diálogo era casi mínimo.  No que nunca tuvieran momentos de felicidad los tres.  Gabriela nos contaba anécdotas de sus viajes a Disney World cada año, nos mostraba fotos de los tres, muy felices, con alguno de los personajes de las películas de Disney.  En mi casa se decía que estos viajes eran una manera de escapar al verdadero problema que tenían en la casa Castellano Vieira: la rutina.

Su casa parecía estar dividida en tres mundos diferentes.  Uno era el de Patricia, amargada por la libertad que había perdido al casarse y al tener una hija; el de Martín, amargado porque a pesar de sus intentos nunca pudo rescatar su matrimonio y lograr, como era su sueño, que su hija creciera en medio del amor;  y por último, está el de Gabriela, amargada por tener una vida solitaria y llena de inseguridades.  A pesar de la inestabilidad, parecía que el matrimonio nunca se fuera a acabar.  Cuando finalmente sucedió, muchos pensamos que fue demasiado tarde.

Gabriela siempre evitaba cualquier evento en el que su familia estuviera relacionada.  Ella nos decía que sus padres le despertaban “el lado inestable” que había en ella.  Y yo puedo confirmar que así lo era.  Aunque yo pensaría que era más por la actitud que ella tomaba cuando los veía que por lo que realmente ellos hacían.

Hace poco le pregunté a mi mamá si ella vio alguna vez a Martín y a Patricia felices. Ella me dijo que tuvieron un noviazgo y unos primeros meses de matrimonio hermosos, pero que todo se vino abajo después de la incapacidad de Patricia.  Para su Luna de Miel fueron a una ciudad en los Estados Unidos que se llama Savannah.  Mi mamá me contaba que ellos no paraban de hablar de la comida y de la música de esa región.  Mucho se ha dicho del motivo que llevara a Martín a irse a vivir allí después de su divorcio.  Algunos amigos de la familia han argumentado que es una manera para él revivir uno de los momentos más felices de su vida

Continuará...

* Escrito por Quimulá





Ir a "Savannah, GA" (Cuarta entrega)

Tuesday, December 13, 2011

La paradoja del abuelo (Segunda entrega)


Por motivos que no me está permitido divulgar, nuestro querido Quimulá no ha podido publicar como está estimulado en su contrato.  Después de mucho debatirlo, me pidió el favor que publicara su escrito.  Yo he hecho algunas correcciones que estimé pertinentes.

La facultad de medicina *

Martín Castellanos, padre de Gabriela, se graduó de la facultad de medicina de la Universidad Javeriana el día que Brasil se coronó campeón mundial de fútbol por tercera vez.  Él, bastante molesto, no pudo ver el partido por televisión, aunque escuchó pedazos en el radio que uno de sus compañeros había llevado.  Después de trabajar un año en el Hospital San Ignacio como médico general, estudió una especialización y se convirtió en anestesiólogo.  Fue allí donde conoció a la que se convertiría en su esposa: Patricia Vieira.  Salieron por unos pocos meses, y tuvieron a Gabriela once medes después de la boda.  
Mi mamá me contó alguna vez que el embarazo fue muy complicado. Patricia tuvo que quedarse en casa desde el tercer mes porque había grandes posibilidades de perder el bebé.  Por este motivo tuvo que dejar su trabajo y pasó los siguientes meses de embarazo en una gran crisis emocional.  No podía tomar medicina para la depresión, y a pesar de sus constantes intentos por ayudarla, fue muy poco lo que Martín pudo hacer por ella.  Después que Gabriela nació, Patricia volvió a su trabajo, y se interesó más por este último que por su propia hija.  Esto molestó bastante a Martín, pero decidió continuar su matrimonio buscando, erróneamente (palabras de mi mamá), que Gabriela creciera en un hogar feliz.
Aunque en la familia Castellanos Vieira sólo se hablaba de hospitales, enfermedades, y medicinas, nunca se presionó a Gabriela para que siguiera los pasos de sus padres.  Aunque surtió un efecto opuesto, ya que según ella nos lo contó, el hecho que sus padres no le sugirieran que estudiara medicina se debía, principalmente, a que la consideraban incapaz de hacerlo.  De nada sirvieron las muchas veces que Hugo y yo le dijimos que eso no era cierto.
Yo pienso que la presión que ella misma se debió haber puesto cuando tomó los exámenes de ingreso, la hicieron perderlo.  Cuando ya salía con Hugo, nos contó que su padre ofreció ayudarla contactando a unos excompañeros para que le dieran la oportunidad de tomar el examen nuevamente, pero Gabriela no se lo permitió.  Ella quería entrar sin recibir ningún tipo de ayuda por las influencias de sus padres.
Es así como las entrevistas que comenzó a tener después que la conocimos, nos dieron a todos la esperanza que, por fin, Gabriela podría estudiar medicina como tanto lo había soñado.  Era poco lo que sabíamos del proceso, incluso Hugo sabía poco.  Ella manejaba todo con un hermetismo total.  El día que Colombia quedó eliminada del mundial de fútbol en los Estados Unidos, recibí una llamada de Hugo donde me contaba que Gabriela había sido aceptada.  Quisimos salir a celebrar, pero por la Ley Seca que existía en la ciudad, ninguno de los bares estaba abierto.  Por tal motivo, nos reunimos todos en la casa de Gabriela, donde Martín nos había preparado una gran cena.  Cuando le pregunté por su mamá, Gabriela me dijo que estaba enferma.  Muchos años después, Hugo me contaría que Patricia nunca quiso ser parte de la celebración y por eso se encerró en su habitación. 

Continuará

* Escrito por Quimulá




  



Tuesday, November 22, 2011

La paradoja del abuelo (Primera entrega)

La clase de inglés *

La conoció en una clase de inglés que tomó durante sus vacaciones de fin de año.  Al tomar esta clase, Hugo quería terminar con los requisitos de su carrera.  Ella, a quien llamaré Gabriela, estudiaba biología.  Estaba en el segundo semestre de una carrera que odiaba, pero que esperaba le sirviera para poder transferirse a medicina en los próximos semestres. Su trato en las clases era meramente académico.  Una que otra actividad en parejas, y una vez él calificó una de las pruebas de vocabulario de ella.  Le dio un 90%, cuando en realidad merecía un 80%.  Gabriela no se percató de su gesto.


Hugo tomaba la buseta desde su casa hacía la universidad en las mañanas, pero normalmente caminaba a la vuelta.  Le gustaba ver el movimiento, escuchar el ruido, oler lo que se preparaba en las cafeterías.  Siempre fue un enamorado de su ciudad y del equipo de fútbol que, según él, representaba Bogotá en todo su esplendor.  Un día de lluvia decidió tomar una buseta de vuelta a casa.  En el paradero estaba Gabriela.  La saludó y se dio cuenta que, casualmente, iban a tomar la misma buseta (contando que él preferiría tomar una que lo dejara a dos cuadras de su casa).  Se sentaron en la misma silla.  Hablaron de la clase, de por qué estaban tomando inglés y de lo que harían el resto de las vacaciones.  Después de ese martes, comenzaron a sentarse juntos en clase, y en la buseta de vuelta a sus casas por las tardes.  Fueron un par de veces a cine juntos (a ambos les gustaban las películas de ciencia ficción), y cuando comenzó el semestre regular, almorzaban juntos los martes, como una manera de recordar el día que comenzó su amistad.  Cuando se lo pregunté, Hugo me dijo que entre ellos no había más que “una perfecta amistad.”  Tres meses después, cuando le pidió a Gabriela que fuera su novia, Hugo ya no se acordaba de lo que me había dicho.

Sólo se necesitaron unos meses para que Hugo se diera cuenta de la fragilidad de Gabriela.  Era una persona depresiva y muy insegura.  Sus crisis eran tan fuertes que ella se negaba a verlo o a responder sus llamadas.  Inicialmente pensé que esto haría que su relación terminara, pero antes logró que se unieran más.  Hugo se había convertido en un protector para ella y siempre estaba buscando cosas que la hicieran feliz y evitar aquellas que la podrían afectar.  Fue así como le sugirió que se reuniera con algún profesor de la facultad de medicina para que le aconsejara la mejor manera de lograr transferirse de Biología.  Inicialmente ella estuvo bastante escéptica, pero ante su insistencia, ella dijo que lo iba a pensar.

Después de unos días, Gabriela le contó que se iba a reunir con un profesor que le había dicho que era muy factible lograr su trasferencia.  Ella no le quiso decir el nombre del profesor (por agüero) pero estaba feliz.  Los que la conocíamos, podíamos decir que nunca la habíamos visto irradiar tanta alegría. Hugo estaba bastante contento.  Lo que él, ni ninguno de nosotros esperaba, fue el desenlace de esta aparente buena noticia.

Continuará

* Quiero pedir disculpas a mis lectores por el retraso en la publicación, pero fueron motivos ajenos a mi voluntad los que me impidieron hacer llegar a ustedes esta primera entrega.  Como recordarán, el pasado primero de octubre alguien infiltró mi cuenta, y yo puse una denuncia ante las autoridades pertinentes.  Por este motivo mi cuenta estuvo clausurada por la AGVT, la cual estuvo investigando el hecho.  Aunque aun no se han atrapado los responsables, en su e-mail ellos me aseguran que se encuentran cerca de quienes utilizaron mi fama para su beneficio.  Muchas gracias por su paciencia.

Q.



Tuesday, October 11, 2011

La misión (Decimosexta y última entrega)

El final


Mis papás decidieron que lo mejor era dejar la ciudad y no correr ningún tipo de riesgos.  El lunes por la mañana fui con mi papá a EAFIT y cancelamos mi semestre.  Para mi fortuna, no me encontré con ninguno de mis compañeros.  Después que llegué a casa, sin que mis padres lo supieran, llamé a Natalia.  Hacía más de dos meses que no hablaba con ella.  Yo no había aceptado el hecho que ella saliera con sus amigos.  Me pidió paciencia, pero no la tuve, y la dejé de llamar.  Ella se sorprendió mucho con la llamada, y más con la noticia.  Yo lloraba mientras escuchaba sus insultos, sus gritos a unos destinatarios desconocidos.  Me pidió que nos viéramos.  Yo le prometí hacer todo lo posible para verla antes de nuestro viaje.  Un amigo me ayudó.  Me dejó en el restaurante donde ella estaba esperándome.  Le pedí perdón por mis inseguridades, por mi celos enfermizos.  Le dije que ella le había dado sentido a mi existencia en un momento difícil.  Ella no decía nada, sólo me miraba y lloraba.

Aunque no pude verme con él, llamé al Ingeniero Bernal y le conté que había dejado la universidad por problemas de seguridad.  Me preguntó si había recibido amenazas de la AGVT.  Le respondí que me parecía muy improbable pues las amenazas estaban relacionadas con dinero.  Me preguntó a qué ciudad viajábamos.  Le mentí y le dije que viviríamos en Costa Rica.

Salimos de Medellín un jueves en la mañana.  Llegamos a Bogotá en la noche.  Yo me sentía enfermo, creo que la altura me estaba afectando.  Al siguiente día, viernes,  me levanté tarde, comí algo y quise dar una vuelta por los alrededores del apartamento en que nos estábamos quedando.  Vi un centro comercial y caminé en esa dirección.  Al entrar me di cuenta que era el medio día.  Estaba triste, frustrado, desesperanzado. Caminaba sin tener un destino. Me sentía desolado.  No entendía por qué me tenían qué pasar estas cosas, dejar Medellín, mi grupo de amigos, y Natalia.

Estaba en mis pensamientos cuando sentí que alguien llegaba apresuradamente.  Me dijo, con mi propia voz, que yo estaba en peligro y que teníamos que correr.  Yo lo hice sin saber por qué.  Subimos al segundo piso y nos metimos en una librería.  Él parecía conocer el centro comercial.  Me contó quién era, y al mirarlo, asustado, le pregunto  “¿vos sos yo?”  Él me respondió afirmativamente, y agregó que lo más importante era saber por qué una  mujer nos seguía.  Cuando la señala, me doy cuenta que quien no sigue es Clarissa Federico, la agente  AGVT-UU-29.






Fin




Ir a "Mundos paralelos" (Primera entrega)

Saturday, October 1, 2011

El día de Borges

Café Tortoni, Buenos Aires (Agosto 2004)
Se preguntará el curioso lector qué hago yo, un desconocido, usando el blog de un reconocido escritor como Quimulá. Quisiera darle una respuesta que lo satisfaga, pero me temo que lo que estoy a punto de decir no lo hará. Pienso ésto ya que no tengo una respuesta que justifique la interrupción de la serie “La misión” que tanto éxito ha tenido entre nosotros los seguidores de este popular blog. Simplemente envié un mensaje en el que pedía autorización para escribir hoy sobre lo que significa para mí este día. Esperé cerca de tres semanas, y al no recibir respuesta alguna asumí que estaba bien hacerlo.

El día de hoy, primero de octubre, se volvió importante para mí hace diez años. Yo había llegado a los Estados Unidos un tiempo antes con la intención de aprender inglés y luego hacer una maestría en Ingeniería Industrial (sí, lo sé. Algo similar a lo hecho por el Ingeniero Bernal). Inicialmente las cosas no se dieron como lo había planeado, por eso pensé que estudiando literatura podría darme tiempo para luego solicitar en programas de maestría. En el otoño del 2001 se ofreció una clase del cuento latinoamericano, y sabiendo que se tenían escritores tan reconocidos (dentro de mi limitado espacio literario para la época) como Cortázar, García Márquez, Isabel Allende y Borges, me decidí a tomarla. Aunque debo admitir que mi conocimiento de este último era bastante básico.

Comenzamos leyendo textos de Rubén Darío, Martí y Quiroga, hasta que llegamos a Borges. Nos enfocamos en algunos cuentos incluídos en Ficciones. Colección publicada en 1944, año en que nació mi papá. El primer cuento que leí fue “La forma de la espada”, el cual comencé leyendo con el mismo desinterés que había tenido a lo largo del semestre. Pero entrar a este mundo borgiano me cautivó desde el comienzo. El narrador, Borges, se encuentra en el norte argentino en la finca La Colorada, propiedad de un inglés, cuyo nombre sólo sabremos hasta el final, y de quien después nos enteraremos que en realidad era irlandés. Borges nos narra una historia que le fue contada a él de una manera cautivante con un final inesperado que causa tanto sobresalto al narrador de “La forma de la espada”, como a nosotros mismos.

Luego de terminar el relato, además de quedarme sin palabras, no tenía con quien comentar este maravilloso relato. Sólo atiné a decir “wow” y me dije que quería seguir leyendo sus cuentos, volverme especialista en él, y algún día -¿por qué no?- escribir y hacer sentir a otras personas lo que él me hizo sentir a mí tras leerlo. Por diferentes motivos que no cabe ahora discutir, no logré cumplir ninguno de esos sueños. Me convertí en un fanático de Borges con un conocimiento superficial de su obra, pero él había cumplido una misión desconocida (¿o conocida?) para él. Me había sacado del mundo de la ingeniería para meterme al mundo de las letras. Sé que sonará cursi, pero Borges cambió mi vida hoy hace diez años.

Quimulá podría estar en desacuerdo y decir que el argentino no cambió mi vida, sino que creó un universo paralelo en el que yo ya no soy ingeniero, sino profesor de literatura. Pero debo confesar que aunque me entretienen sus escritos, yo no creo en los viajes multidimensionales del que Quimulá nos habla en su blog. Yo creo que sólo existe un mundo en el que vivimos, y aunque sí hay eventos que cambian nuestras vidas, estos no crean las ramificaciones que nos quieren hacer creer.

Por lo tanto le pido disculpas a usted curioso lector, pero espero que entienda el motivo que me llevó a aventurarme hoy a interrumpir los escritos de Quimulá.

Con todo respeto,




Tuesday, September 27, 2011

La misión (Decimoquinta entrega)

Ingeniero Bernal


Nunca más volvimos a saber de Flotta.  Después de un mes llegó su reemplazo.  Un ingeniero industrial bogotano que obtuvo su doctorado en la Universidad de Iowa en los Estados Unidos.  Estaba obsesionado con el fútbol.  Todos los lunes, al comienzo de clase, nos hacía un análisis de los resultados del fútbol colombiano, especialmente de Santa Fe.  El rumor era que, en las noches, el ingeniero Bernal (nunca supimos su nombre) trabajaba en una máquina del tiempo con el objetivo de viajar al 19 de diciembre de 1948 y estar presente en la goleada con la que su equipo se convertierte en el primer campeón del fútbol colombiano.

Sus clases eran muy entretenidas pues tenían un buen balance entre la teoría y la práctica.  Aunque sí estudiamos la posibilidad de viajes multidimensionales, nunca pasamos de experimentar en modelos computarizados.  Con el paso del tiempo comencé a tener más confianza con  él, y después de debatirlo, me decidí a contarle mi experiencia  en el universo paralelo al que había viajado.  La primera vez que lo mencioné, Bernal evadió el tema.  Después, ante mi insistencia, aceptó tener una reunión conmigo.  Me advirtió de lo peligroso que podía ser tanto para mí, como para él, compartir la información que yo poseía.  No sé cómo, pero él sabía lo peligroso que podrían ser los agentes de la AGVT.

Esa noche, cuando llegué a casa, estaba mi papá reunido con dos de sus hermanos y hablaban, casi en secreto, sobre algo que parecía muy importante.  Cuando se lo pregunté, mi mamá me llevó a mi cuarto, me hizo sentarme, y me contó que mi papá había recibido una carta en la que se le informaba que si no pagaba una suma de dinero (nunca supe la cantidad), mi vida correría mucho peligro.

La policía nos recomendó esperar a recibir una segunda nota antes de tomar cualquier determinación.  Yo tuve que tomar muchas precauciones.  Nunca más volví a manejar a la universidad.  Alguna veces me llevaba mi papá, otras alguno de mis tíos, o simplemente no iba a clase.  Ante las preguntas de mis compañeros, argumenté una enfermedad.  La segunda carta llegó exactamente una semana después de la primera.  Esta era más específica e informaba acerca los días que yo asistía a EAFIT, quiénes eran las diferentes personas que me llevaban a la universidad, y enfatizaba en el peligro en que yo me encontraba.  Esta vez la policía trató de identificar el origen de la carta, pero después de muchas pruebas, no se llegó a ninguna conclusión.  Uno de los policías, quien parecía un poco chiflado, le dijo a mi papá, en secreto, que la carta fue escrita con tecnología más avanzada que la nuestra.  


Continuará...




Tuesday, September 13, 2011

La misión (Decimocuarta entrega)

Natalia


El lunes cuando llegué a mi clase de física cuántica me enteré que Flotta había tenido que viajar urgentemente a Alemania debido a la muerte de un familiar.  El decano de la facultad nos dijo que él se encargaría de la enseñanza hasta que consiguieran un remplazo.  La clase fue bastante aburrida pues el decano era bastante teórico.  Al final de clase nos preguntó si habíamos aplicado las teorías cuánticas y, como nos lo instruyó Flotta, le dijimos que sólo habíamos estudiado los experimentos realizados en otras universidades.  Después de salir de clase, mis compañeros me preguntaron acerca de mi viaje a Chile, y les dije que había sido un poco decepcionante, pues me había dado cuenta de cómo había idealizado al país después de haber vuelto a Colombia.  Mi plan dio resultado, ya que no hubo más preguntas.  Esta tarde llamé a Natalia pero su mamá me dijo que no había llegado de la universidad.  Estaba casi seguro que me estaba mintiendo. Natalia terminaba clases al medio día.  La llamé el martes, miércoles, todos los días de la semana, pero nunca pude hablar con ella.  Comencé a pensar que ella había tomado en serio la supuesta necesidad de un distanciamiento.  El viernes, una semana después de haber vuelto, recibí un mensaje de Clarissa pidiéndome noticias de mi misión.  Le conté sobre Flotta (lo había olvidado por completo).  Ella me respondió inmediatamente: “Tu ineficiencia deja mucho que desear.  Debimos haber sido informados desde el mismo momento en que te enteraste…” No terminé de leer el mensaje pues rompí el dispositivo y lo tiré a la basura.  Mi situación con Natalia me estaba comenzando a afectar más de lo que yo hubiera querido.  Esa noche, después de mucho debatirlo, decidí ir a su casa.  Eran las ocho de la noche, cuando su mamá me abrió la puerta.  Muy amablemente me dijo: “Naty salió con unos compañeros de la universidad”.  Me despedí casi sin mirarla y me monté en el carro.  Apenas noté que ella entró a la casa y apagó la luz exterior, comencé a pegarle a la cabrilla con violencia, no entendía por qué Natalia necesitaba salir con sus compañeros.  Comencé a preguntarme si habría salido como pareja de alguno, o si simplemente era su grupo de amigos y amigas que iban al cine, a comer o algo así.  Este último pensamiento me calmó.  Me fui para mi casa, pero todo se me vino abajo cuando llegué y mi mamá, muy sorprendida, me preguntó que había pasado entre Natalia y yo.


Continuará...




Tuesday, August 30, 2011

La misión (Decimotercera entrega)

Primer sueño


Era un marinero de un barco portugués a comienzos del siglo XVIII.  El rey Juan V “El magnánimo” nos había encargado explorar el sur del continente americano.  Al parecer, él había recibido noticias de unas islas volcánicas en las que habría grandes yacimientos de plata.  Sin esperarlo, el cielo comenzó a nublarse y el capitán comenzó a darme órdenes que yo no entendía.  Al ver que yo lo miraba sin reaccionar, me comenzó a gritar y a hacer gestos obscenos y fue en ese momento cuando comencé a entender lo que me pedía.  Corrí al mastil principal y empecé a subir las velas.  Todo iba bien hasta que no podía atarlas con un nudo que las mantuviera recogidas.  Lo que se hacía más difícil pues cada vez el viento era más fuerte y me era más complicado mantenerme en pie.  No sabía qué hacer.  Cerré mis ojos, y sin saber cómo, comencé a atar las velas con nudos que las mantenían perfectamente recogidas.  Bajé con dificultad donde el capitán.  Al llegar a su lado, sentí una fuerte necesidad de cerrar los ojos.  Fue entonces cuando me encontré en mi cama, boca arriba, tratando de determinar si había tenido un sueño, o estaba recordando un viaje en el tiempo.

Después de desayunar, llamé a Natalia.  Me reprochó por no haberla llamado la noche anterior.  Me dijo que quería que almorzáramos.  Nos encontraos en J&C Delicias.  Ella pidió una ensalada y yo una arepa mediana con cañón de cerdo.  Comenzó a hablarme de sus clases, pero yo estaba pensando en mi viaje como marinero, en Flotta, en Clarissa.  Quería saber qué había sido cierto y qué había sido imaginado.  Natalia se dio cuenta que no le estaba prestando atención y empezó a recriminármelo.  Me dijo que mi desinterés era una prueba que nuestra relación se había venido deteriorando en los últimos meses, y ella quería que “nos replanteáramos si queríamos seguir el uno con el otro”. Yo, sin meditarlo, le dije que me parecía una idea magnífica.  Lo que, para mi sorpresa, la enfadó más.  Sin decir una palabra, y con su ensalada sin terminar, se paró y me dejó sólo mientras yo terminaba mi almuerzo.


Continuará...




Tuesday, August 23, 2011

La misión (Duodécima entrega)

El regreso


Llegué a las ocho de la noche como estaba planeado.  Al salir del portal, me di cuenta que estaba únicamente Flotta esperándome.  Me dijo que mis compañeros se habían ido una hora antes, después de terminar con algunos experimentos.  Cuando me preguntó acerca de mi experiencia, le dije que todo había salido mal.  Le dije que sí había viajado a una realidad paralela, pero había llegado a Bogotá y no a Chile.  Él se sorprendió mucho.  Sacó su libreta de apuntes y la comparó con los datos del panel de control de mi portal artificial.  Me dijo que no entendía nada, y me preguntó: “estás seguro que no era un barrio de Viña del mar con el cual no estuvieras familiarizado?”  Su incredulidad me sorprendió.  Mientras me preparaba antes de volver a esta realidad, Clarissa (como me pidió que la llamara) me dio ciertas técnicas para descubrir las mentiras de Flotta.  Ninguna de ellas funcionó.  Él estaba realmente preocupado por lo que había sucedido.  Me pidió disculpas.  Me dijo que suspendería los viajes hasta que determinara el error que se había cometido en mi viaje.  Me dijo que me fuera a casa a descansar, y él haría unas últimas revisiones con el fin de encontrar qué había podido haber salido mal

Cuando salí del laboratorio estaba más confundido de lo que había podido imaginar.  En todo el trayecto, me cuestioné si ¿era Flotta la persona tan peligrosa que me pintaban Clarissa y su equipo, o si en realidad todo esto era un plan en el que ellos querían secuestra a Flotta y usar su inteligencia?  Al llegar a casa, mi mamá me dijo que Natalia había llamado varias veces.  Le dije que estaba agotado y que la llamaría en la mañana.  Antes de acostarme, con el dispositivo que me había dado, envié un mensaje a Clarissa diciéndole que todo iba acorde con el plan.



Continuará...




Ir a "Mundos paralelos" (Primera entrega)

Tuesday, August 16, 2011

La misión (Undécima entrega)

Max T. Flotta


La mujer comenzaba a perder la paciencia.  Me dijo que ya conocían las técnicas de Flotta y de lo bien entrenados que siempre estaban los integrantes de su grupo y sus otros yo. “¿Sus otros yo?” Le pregunté.  Ella se paró violentamente y se fue a uno de los cuartos.  Yo me quedé solo en la sala, esperando no sé qué.  Volvió después de unos minutos, parecía más tranquila.  Aun mantenía esa mirada de lástima, y a pesar de la situación en que me encontraba, la mujer me inspiraba cierta tranquilidad.  Ella me dijo que en el tiempo de donde ella venía no existía la tortura, pero que en el presente en que estábamos era una técnica muy practicada en los interrogatorios.  Sentí un gran temor y le dije lo primero que se me vino a la mente.  Le dije que Flotta reclutaba agentes en sus clases, que la misión en la que yo me encontraba llevábamos trabajando por sólo unos pocos meses.  Después de estas palabras, la mujer se calmó, me aseguró que me protegería con la condición que colaborara con ella.  Me dijo que tenía que reunirse con el resto de su equipo por un tiempo para diseñar un plan en el que yo sería parte con el objetivo de atrapar finalmente a Flotta.

Después que ella salió y me quedé solo en la sala nuevamente, me entró un gran temor.  Podía sentir cómo mi corazón latía a gran velocidad y mi respiración se agitaba cada vez más.  Con el poco control que tenía, traté de calmarme, me dije que no corría peligro, que simplemente ayudaría a atrapar a Flotta de los crímenes que esta gente lo acusaba (y yo no conocía) y después continuaría mi vida normal.  Mis pensamientos fueron interrumpidos por la mujer quien me dijo que ya habían diseñado un plan del cual yo sería parte importante.


Continuará...




Ir a "Mundos paralelos" (Primera entrega)

Tuesday, July 19, 2011

La misión (Décima entrega)

Me pidieron que fuera con ellos.  Pensé en salir corriendo y en buscar a un policía, a alguien de seguridad o simplemente esconderme en uno de los almacenes del centro comercial, pero se me ocurrió que muy probablemente habría más gente trabajando con ellos, entonces acepté su invitación (o mandato) de caminar con ellos.  Salimos del centro comercial y nos montamos en un carro blanco que estaba afuera esperándonos.  Una vez allí, la mujer me dijo que era Clarissa Federico agente AGVT-UU-29 y que venía desde el futuro con la misión de interceptarme.  No ententendía de lo que me hablaba, se lo pregunté, pero mi otro yo me interrumpió y comenzó a gritarme, me pedía explicaciones de una misión en la que supuestamente yo estaba involucrado.  La mujer le pidió que se tranquilizara.  Ella parecía más calmada, mientras que mi otro yo más impulsivo.  Cada vez entendía menos lo que sucedía.  Por fin llegamos a un edificio blanco y entramos al estacionamiento que quedaba en el sotano.  Después nos montamos en el ascensor.  No hubo ningún intercambio de palabras.  Él me miraba con resentimiento, con violencia; mientras que ella parecía mirarme con lástima.  Si fuera cierto que ella venía del futuro, parecería que nuestra cultura había avanzado. Cuando entramos en un apartamento, me pidieron que me sentara en uno de los sofás de la sala.  Al hacerlo miré mi reloj y me di cuenta que eran las 3:24 pm.  Llevaba poco menos de tres horas en este mundo y nada había salido bien.  El experimento con Flotta había sido un fracaso.  Mi única esperanza era dejar que el tiempo pasara y que a las 8:00 pm, al darse cuenta que yo no volvía, Flotta me rescatara.


Mientras esperaba, pude notar que la mujer tenía una conversación con mi otro yo, después ella volvió sola.  Me dio un café, me pidió que disculpara a Santiago, que él era “un muchaco bueno, pero muy apasionado y, por lo tanto, un poco vehemente.”  Ella, sin yo entenderlo, me inspiraba tranquilidad.  Le pedí que me explicara lo que sucedía, que yo estaba en un experimento de mi clase de física cuántica y que no entendía cómo había llegado a Bogotá pues el destino inicial había sido Viña del Mar.  Ella me miraba directamente a los ojos mientras escuchaba.  Apenas terminé de hablar, me dijo que me explicaría todo, pero primero quería que yo le respondiera a sus preguntas.  Ellos querían saber cómo me había involucrado con Flotta, cuánto hacía que trabajaba en su equipo, y también querían los nombres de las personas a quienes yo iba a contactar.


Continuará...


Ir a "Mundos paralelos" (Primera entrega)

Tuesday, July 5, 2011

La misión (Novena entrega)


Santiago y su pasado republicano


Santiago Feder se unió a las “Juventudes Galácticas” cuando tenía 15 años, en contra de la voluntad de sus padre.  Él, descendiente gallego, sabía que el activismo político sólo conducía a tragedias y desplazamientos.  El abuelo Feder, un carnicero de Vigo, tuvo que dejar su ciudad amada el 6 de abril de 1938 cansado de los robos y amenazas por parte de los soldados franquistas.  Después de muchas penurias, y hambres, logró atravesar toda la parte norte de su país y cruzar así la frontera francesa en los primeros meses de 1939.  Antón Feder se instaló en Burdeos y trabajó en los viñedos hasta que se enteró de la organización de un viaje en barco hacia Chile para exiliados españoles.  Ayudado por unos antiguos amigos, logró formar parte del grupo de refugiados que salió el 4 de agosto del puerto de Pauillac en el famoso Winnipeg.  Antón y sus compañeros llegaron a Valparaiso el 3 de septiembre de 1939 y fueron recibidos por el presidente chileno de aquel entonces.  La adaptación a su nueva vida fue difícil.  Tuvo problemas para encontrar un trabajo que le gustara pero después, con la ayuda del gobierno, logró montar una carnicería en la Avenida Pedro Montt en Valparaiso.  Cinco años después, en una reunión de inmigrantes españoles, conoció a Sabela Fabal.  Antón no tenía mucha experiencia con las mujeres entonces fue ella la que tomó la iniciativa, y después de encontrarse en otras reuniones decidieron casarse y tuvieron un matrimonio modesto un 30 de mayo.  Once meses después nacería su único hijo Paulo.

Aunque hijo de dos gallegos, Paulo Feder nunca quiso viajar a Galicia.  Por motivos que aun desconocemos, al cumplir 25 años decidió viajar a Medellín, Colombia.  Allí comenzó a trabajar como arquitecto y logró cierto reconocimiento por los proyectos que le fueron adjudicados por el gobierno local.  En la entrega del edificio donde se ubicaría la Biblioteca Pública Piloto, conoció a Carolina González, bibliotecaria egresada de la Universidad de Antioquia.  La invitó a salir tres veces: en la primera fueron a comer en un restaurante en las afueras de la ciudad; en la segunda fueron a una obra de teatro en el Pablo Tobón Uribe y la besó cuando la dejó en la casa; y en la tercera salida le pidió que se casara con ella.  El matrimonio tuvo lugar en la iglesia Santa Gema, la cual se encontraba repleta, y dentro de los asistentes estaban Antón y su esposa Sabela.  El matrimonio Feder González tuvo mellizos: Santiago y Clarissa.  Después de un embarazo bastante traumático, la joven pareja decidió no tener más hijos.

Santiago, a diferencia de Clarissa quien desde una temprana edad se dedico a la pintura y la música, siempre quiso estar involucrado en la política.  Desde su quinto grado fue presidente de su clase, y en la universidad tuvo algunos problemas disciplinarios por su activismo con las “Juventudes Galácticas.”  Fue precisamente como parte de una misión de esta organización, que Santiago tuvo que viajar a Bogotá la noche del jueves 24 de febrero de 1994, y con la ayuda de una agente de AGVT debería interceptar a un hombre que llegaría  desde un mundo paralelo (ya en Bogotá se enteraría que sería su otro yo) el siguiente día.


Continuará...





Tuesday, June 21, 2011

La misión (Octava entrega)

El otro yo


No sé por qué, pero me sentía seguro en medio de los libros.  La librería en que estaba no existía en mi universo.  No entendía cómo además de libros, podían vender televisores, video-juegos, DVDs, y todo tipo de aparatos electrónicos.  Mi “otro yo” me sacó de mis pensamientos cuando me dijo que teníamos que comparar nuestras vidas.  La verdad me sorprendió que él recibiera la noticia de los viajes paralelos sin ningún tipo de asombro.  Me hizo pensar que mi “otro yo” podría estar trabajando en conjunto con la mujer que me seguía.  De alguna manera tenía que averiguar lo que estaba sucediendo.  ¿Cómo era que había llegado a Bogotá y no a Viña del Mar?, ¿Por qué me estaba esperando una mujer? ¿Cómo es que mi “otro yo” se encuentra en el mismo lugar al que yo llegué?

Mi “otro” insitió en que le diera más explicaciones acerca de cómo era que había llegado desde un mundo paralelo.  Él quería saber por qué quise dejar mi propia realidad.  Sus preguntas incrementaron mis sospechas.  Después de mucho pensarlo, me decidí enfrentarlo (¿enfrentarme?).  Entonces me armé de valor y le dije que no le tenía miedo, que no estaba muy seguro sobre qué era lo que él junto con la mujer querían, pero que yo podría contactar mi propio universo y ser rescatado en cualquier momento.  Yo lo miraba fijamente a los ojos mientras le hablaba, casi le gritaba.  Su primera reacción fue de estupor, pero después que terminé, me dijo que no entendía de qué le estaba hablando, que había sido yo quien lo había seguido y le había dicho que teníamos que huir (lo que es cierto, pero ¿quién me puede asegurar que eso no era parte del plan?).  Me dijo también que él había llegado de Medellín hacía poco por cuestiones de seguridad, que estaba en este centro comercial porque necesitaba hacer unas llamadas de larga distancia.  Ante sus explicaciones, comencé a calmarme, a pensar que todos mis pensamientos podrían ser cuestión de mi paranoia, la que se puedo haber incrementado a raíz de mi viaje.  Al verme menos agitado, él me comenzó a dar unas palmadas en la espalda, me dijo que todo estaba bien, que entenderíamos lo que estaba sucediendo muy pronto, con calma.  Fue entonces cuando llegó la mujer, y él le dijo “yo creo que ya está listo.”


Continuará...


Tuesday, June 7, 2011

La misión (Séptima Entrega)

Las paradojas

     Dentro de las diferentes materias que conforman los estudios de Ingeniería histórica, las que mayor peso reciben son aquellas que tratan el tema de las paradojas.  Este es un tema tan importante que, para aquellos viajeros que no respeten las reglas estipuladas al respecto, perderán inmediatamente su licencia y además serán condenados a prisión por el resto de sus vidas.  Aunque las tres universidades pertenecientes a la AGVT siguen un currículo bastante similar, en la Universidad de Uppsala se hace mayor énfasis en las paradojas abiertas y las cerradas.

Paradojas abiertas
     Una corriente de científicos e historiadores especialistas en los viajes en el tiempo han argumentado que los mundos paralelos (o alternativos) se crean por este tipo de paradojas.  Estas ocurren cuando un viajero en el tiempo cambia algún aspecto en el pasado y de esta manera se crea una nueva realidad.
     El caso más conocido ocurrió el 30 de julio de 1930 en Montevideo (Uruguay).  La agente Victoria Iriarte (AGVT-UIS-37), descendiente del jugador de fútbol Victoriano Santos Iriarte, a las 16:20 hora uruguaya, entró con dos armas de fuego al camerino de la selección argentina y amenazó a los futbolistas y técnicos, diciéndoles que si no perdían el partido, no sólo los mataría a todos ellos, sino a sus familiares más cercanos.  De esta manera se creo un mundo paralelo en el que la selección uruguaya se coronaría campeona del mundo, remontando el 1-2 del primer tiempo y ganándolo 4-2, dónde uno de los goles fue precisamente de Iriarte.  Como se sabe, esta realidad es bien diferente a la nuestra, donde la selección Argentina se coronó campeona del mundo con un marcador de 3-1.

Paradojas cerradas
     Este tipo de paradojas sirven para entender eventos que parecerían no tener ninguna explicación, o si la tuviera, sería muy poco creíble para el común de la gente.  Estas paradojas ocurren cuando un viajero en el tiempo llega al pasado y crea un suceso que ya era cierto en su presente cuando inició el viaje.  El caso más conocido es el del agente Carlos Argentino Daneri (AGVT-UP-18), amante de la literatura fantástica, quien en uno de sus viajes quiso conocer personalmente al escritor argentino Jorge Luís Borges y por error (el comité de asuntos internos del AGVT lo declaró culpable, argumentando que no fue un error), dejó dos tomos de las obras completas del escritor argentino en la mesa de noche de la madre de Borges.  Es así como el afamado escritor argentino, lo único que hizo fue reescribir los textos dejados por Carlos Argentino.  Es este el motivo (o la polémica) por el cual la academia sueca nunca le quiso otorgar el premio Nobel de literatura, pues se argumenta que los escritos de Borges, en su mayoría, no eran originales.

     Por lo tanto, para evitar cualquier tentación de cambiar un pasado que la afectara directamente, la agente Clarissa Federico aceptó una misión (su primera) que tomaba lugar cerca de doscientos años en el pasado.


Continuará...




Ir a "Mundos paralelos" (Primera entrega)