Tuesday, August 30, 2011

La misión (Decimotercera entrega)

Primer sueño


Era un marinero de un barco portugués a comienzos del siglo XVIII.  El rey Juan V “El magnánimo” nos había encargado explorar el sur del continente americano.  Al parecer, él había recibido noticias de unas islas volcánicas en las que habría grandes yacimientos de plata.  Sin esperarlo, el cielo comenzó a nublarse y el capitán comenzó a darme órdenes que yo no entendía.  Al ver que yo lo miraba sin reaccionar, me comenzó a gritar y a hacer gestos obscenos y fue en ese momento cuando comencé a entender lo que me pedía.  Corrí al mastil principal y empecé a subir las velas.  Todo iba bien hasta que no podía atarlas con un nudo que las mantuviera recogidas.  Lo que se hacía más difícil pues cada vez el viento era más fuerte y me era más complicado mantenerme en pie.  No sabía qué hacer.  Cerré mis ojos, y sin saber cómo, comencé a atar las velas con nudos que las mantenían perfectamente recogidas.  Bajé con dificultad donde el capitán.  Al llegar a su lado, sentí una fuerte necesidad de cerrar los ojos.  Fue entonces cuando me encontré en mi cama, boca arriba, tratando de determinar si había tenido un sueño, o estaba recordando un viaje en el tiempo.

Después de desayunar, llamé a Natalia.  Me reprochó por no haberla llamado la noche anterior.  Me dijo que quería que almorzáramos.  Nos encontraos en J&C Delicias.  Ella pidió una ensalada y yo una arepa mediana con cañón de cerdo.  Comenzó a hablarme de sus clases, pero yo estaba pensando en mi viaje como marinero, en Flotta, en Clarissa.  Quería saber qué había sido cierto y qué había sido imaginado.  Natalia se dio cuenta que no le estaba prestando atención y empezó a recriminármelo.  Me dijo que mi desinterés era una prueba que nuestra relación se había venido deteriorando en los últimos meses, y ella quería que “nos replanteáramos si queríamos seguir el uno con el otro”. Yo, sin meditarlo, le dije que me parecía una idea magnífica.  Lo que, para mi sorpresa, la enfadó más.  Sin decir una palabra, y con su ensalada sin terminar, se paró y me dejó sólo mientras yo terminaba mi almuerzo.


Continuará...




Tuesday, August 23, 2011

La misión (Duodécima entrega)

El regreso


Llegué a las ocho de la noche como estaba planeado.  Al salir del portal, me di cuenta que estaba únicamente Flotta esperándome.  Me dijo que mis compañeros se habían ido una hora antes, después de terminar con algunos experimentos.  Cuando me preguntó acerca de mi experiencia, le dije que todo había salido mal.  Le dije que sí había viajado a una realidad paralela, pero había llegado a Bogotá y no a Chile.  Él se sorprendió mucho.  Sacó su libreta de apuntes y la comparó con los datos del panel de control de mi portal artificial.  Me dijo que no entendía nada, y me preguntó: “estás seguro que no era un barrio de Viña del mar con el cual no estuvieras familiarizado?”  Su incredulidad me sorprendió.  Mientras me preparaba antes de volver a esta realidad, Clarissa (como me pidió que la llamara) me dio ciertas técnicas para descubrir las mentiras de Flotta.  Ninguna de ellas funcionó.  Él estaba realmente preocupado por lo que había sucedido.  Me pidió disculpas.  Me dijo que suspendería los viajes hasta que determinara el error que se había cometido en mi viaje.  Me dijo que me fuera a casa a descansar, y él haría unas últimas revisiones con el fin de encontrar qué había podido haber salido mal

Cuando salí del laboratorio estaba más confundido de lo que había podido imaginar.  En todo el trayecto, me cuestioné si ¿era Flotta la persona tan peligrosa que me pintaban Clarissa y su equipo, o si en realidad todo esto era un plan en el que ellos querían secuestra a Flotta y usar su inteligencia?  Al llegar a casa, mi mamá me dijo que Natalia había llamado varias veces.  Le dije que estaba agotado y que la llamaría en la mañana.  Antes de acostarme, con el dispositivo que me había dado, envié un mensaje a Clarissa diciéndole que todo iba acorde con el plan.



Continuará...




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Tuesday, August 16, 2011

La misión (Undécima entrega)

Max T. Flotta


La mujer comenzaba a perder la paciencia.  Me dijo que ya conocían las técnicas de Flotta y de lo bien entrenados que siempre estaban los integrantes de su grupo y sus otros yo. “¿Sus otros yo?” Le pregunté.  Ella se paró violentamente y se fue a uno de los cuartos.  Yo me quedé solo en la sala, esperando no sé qué.  Volvió después de unos minutos, parecía más tranquila.  Aun mantenía esa mirada de lástima, y a pesar de la situación en que me encontraba, la mujer me inspiraba cierta tranquilidad.  Ella me dijo que en el tiempo de donde ella venía no existía la tortura, pero que en el presente en que estábamos era una técnica muy practicada en los interrogatorios.  Sentí un gran temor y le dije lo primero que se me vino a la mente.  Le dije que Flotta reclutaba agentes en sus clases, que la misión en la que yo me encontraba llevábamos trabajando por sólo unos pocos meses.  Después de estas palabras, la mujer se calmó, me aseguró que me protegería con la condición que colaborara con ella.  Me dijo que tenía que reunirse con el resto de su equipo por un tiempo para diseñar un plan en el que yo sería parte con el objetivo de atrapar finalmente a Flotta.

Después que ella salió y me quedé solo en la sala nuevamente, me entró un gran temor.  Podía sentir cómo mi corazón latía a gran velocidad y mi respiración se agitaba cada vez más.  Con el poco control que tenía, traté de calmarme, me dije que no corría peligro, que simplemente ayudaría a atrapar a Flotta de los crímenes que esta gente lo acusaba (y yo no conocía) y después continuaría mi vida normal.  Mis pensamientos fueron interrumpidos por la mujer quien me dijo que ya habían diseñado un plan del cual yo sería parte importante.


Continuará...




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