Tuesday, February 12, 2013

Resistencia de los materiales

Lisa era una chica bien delgada, alta, con un pelo negro oscuro que le caía en los hombros, ojos claros, y tenía un acento en español que se me hacía encantador.  Al comienzo nuestra conversación fue muy formal. Hablamos un poco de lo que cada uno hacía, y después ya entramos a hablar de temas un poco más personales, como fue el hecho de que ambos termináramos viviendo en Iowa City.

Lisa llegó a esta ciudad universitaria de 12 años cuando sus padres consiguieron trabajos en la universidad de Iowa.  Su madre, Isabel Amenábar, profesora en la escuela de arte, era una pintora con cierto reconocimiento en la región; y su padre, Gustavo Ledesma, profesor en el departamento de español, era un escritor de novela históricas.  Cuando le pregunté por qué la hija de dos artistas se dedicó a la ingeniería simplemente me respondió “no tengo nada que aprender de arte pues está en mis venas, quería explorar las ciencias”

El profesor Nelson llegó a las 8:30 am.  Era una persona bastante seca, de unos cincuenta años, quien parecería más interesado en su investigación que en compartir los conocimientos con sus estudiantes o asistentes. Me dijo que había hablado con mi director tesis, y que le parecía una buena idea que formara parte de su grupo de investigación.  Me contó que además de trabajar con Lisa, también estaría en nuestro grupo Paco Durán, un chileno que se encontraba en su segundo año de doctorado.

Después que se fue Nelson, Lisa me dio un pequeño recorrido de laboratorio y me explicó el proyecto del que formaría parte.  La idea era determinar materiales económicos que construcción que fueran resistentes a bajas temperaturas.  Sólo llevaban una semana trabajando, entonces sólo estaban en la primera fase que consistía en determinar cuáles eran las temperaturas a las que estarían sometidos estos materiales.  Estábamos en medio del diálogo cuando llegó Paco, un tipo bien buena gente, hincha de la U y obsesionado con la ciencia ficción.  Me contó que se había leído muchas de las novelas del papá de Lisa y que le gustaría poder viajar en el tiempo para revivirlas.  Después que nos dividimos parte del trabajo, almorzamos en un sitio donde vendían todo tipo de pasta.  Pasamos cerca de una hora allí y luego Lisa sugirió que termináramos la tarde en uno de los bares del centro.  Me estaba divirtiendo tanto que no me di cuenta que había pasado más de tres horas tomando cerveza gastando el dinero que Kara me daba.  

Después de esperar un rato a que se me bajaran las cervezas, tomé el autobus de vuelta al apartamento.  Cuando llegué, había un mensaje de Kara en el que me decía que no la esperara para comer pues tenía una cena con unos posibles donadores.  Me puse a ver televisión hasta que Kara llegó cerca de la medianoche.  Hablamos de mi reunión con el director del laboratorio de ingeniería, y cuando me preguntó sobre el sueldo, le dije que Nelson me había prometido conseguir recursos para pagarme, la primera de lo que sería una gran cadena de mentiras.


Continuará