Tuesday, January 29, 2013

Seamans Center

Después de tres meses sin recibir una sola hoja escrita de mi parte, mi director de tesis llamó a mi apartamento en Iowa City.  Me dijo que me estaba perdiendo entre mis lecturas, que tenía que comenzar a escribir, que no importaba si me gustaba o no lo que escribía, que lo importante era poner algo en un papel (un computador en este caso) y ya después comenzaba el proceso de revisión.  Una semana después recibí un e-mail en el que me pedía que fuera a visitarlo en Illinois.  

En las tres horas que conduje hasta Illinois, imagine todo tipo de situaciones en las que había un final muy similar: mi director me informaba que me echaban de la universidad.  Nos encontramos en la cafetería central.  Compré un café y me senté a escuchar cómo mi director me pedía una vez más que tenía que crear un plan de trabajo. Y eso hicimos.  Diseñamos un calendario en el que lunes y martes leía, mientras que miércoles y jueves escribía.  Para los viernes, él ya tenía unos proyectos para mí.  Se había puesto en contacto con dos profesores de la facultad de ingeniería en Iowa, y quería que yo, voluntariamente, les ayudara en sus proyectos investigativos.  La idea era no perder el enfoque investigativo que tanto se me había inculcado en Illinois.

Las tres horas de vuelta a Iowa City fueron más relajadas.  Quedé bastante satisfecho con la reunión.  Cuando llegué al apartamento, Kara me estaba esperando ansiosa de saber cómo había salido mi reunión.  Le mostré el plan que mi director había diseñado con fechas límites, cantidad de páginas escritas, y libros recomendados.  Además le conté sobre mi proyecto de investigador voluntario.  Esta idea no le llamó mucho la atención.  Me dijo que le parecía muy bien que trabajara en investigación los viernes, pero que le parecería que debería recibir algún tipo de remuneración, me dijo además que “un dinero extra no nos vendría nada mal.”  No sabía si su actitud era un manera de hacerme saber que estaba cansada de mantenerme, o si simplemente no quería que trabajara gratis.  Después de una gran discusión, y de muchas lágrimas, me comprometí a mencionar algún tipo de pago cuando fuera al laboratorio el siguiente  viernes.

Después de la reunión con mi director, la primera semana fue muy productiva.  Hice más en esos primeros cuatro días que lo que había hecho en los tres meses anteriores.  Ese viernes no me fui con Kara en el autobus pues quería llegar temprano al laboratorio en en Centro Seamans.  Después de preguntar a varios estudiantes, logré encontrar la oficina del profesor Timothy R. Nelson.  Él aun no había llegado, pero sí estaba una de las estudiantes que trabajaba con él, Lisa Ledesma, quien resultó ser argentina.


Continuará

Thursday, January 17, 2013

Levitt Center

Había llegado a Iowa City después de vivir tres años en Illinois.  Decidí que necesitaba un nuevo aire después de tres años difíciles de clases en la facultad de ingeniería.  Quería un lugar relativamente cerca para así yo poder viajar cuando fuera necesario y reunirme con mi director de tesis.  Mi novia de aquel entonces (Kara Setser)  me apoyó (en realidad fue su idea) y ella comenzó a buscar trabajo.  Ella había terminado su MBA y el trabajo que más le llamó la atención fue con la Universidad de Iowa en el departamento de donaciones.  Básicamente tenía que conseguir personas que dieran dinero a la universidad.  Kara y yo habíamos acordado que el primer año yo no trabajaría, simplemente me dedicaría a comenzar mi tesis, y ya para el segundo año, con un ritmo de trabajo podría buscar algo de medio tiempo.

Debido a que sólo viviríamos con el sueldo de Kara, decidimos buscar un apartamento pequeño.  Conseguimos uno en el suroeste de la ciudad, donde vivían la gran mayoría de estudiantes de medicina de la universidad.  Aun recuerdo la dirección 182 West Side Dr.  La ruta de autobuses locales tenía una parada justo en frente de nuestro edificio.  En verdad que en el papel todo parecía que resultaría.  Kara y yo tomábamos juntos el bus en las mañanas, ella se iba para la oficina y yo para la biblioteca.  Nos encontrábamos para almorzar (a noser que ella tuviera alguna reunión) y después nos regresábamos juntos.  Los primeros meses, aunque fue poco lo que escribí leí mucho.  Mi director de tesis me insistía en que me estaba perdiendo en la lectura, que tenía que enfocarme en la escritura también, pero yo me sentía inseguro de mis ideas y teoría, y quería encontrar libros que, de alguna manera, apoyaran lo que yo pensaba.

Aunque nuestra vida social no era muy agitada, siempre teníamos algo para hacer los fines de semana.  Eran básicamente compañeros de trabajo de Kara que se reunían para celebrar una gran donación o simplemente para hacernos sentir parte de su grupo.  

Mi vida parecía que iba por buen camino: era feliz con Kara, y aunque no había producido una sola página de mi tesis, por lo menos estaba tomando notas de mis lecturas...  Pero como parece ser una constante en mi vida, tomé una decisión equivocada en un momento inoportuno.



Continuará