Tuesday, October 11, 2011

La misión (Decimosexta y última entrega)

El final


Mis papás decidieron que lo mejor era dejar la ciudad y no correr ningún tipo de riesgos.  El lunes por la mañana fui con mi papá a EAFIT y cancelamos mi semestre.  Para mi fortuna, no me encontré con ninguno de mis compañeros.  Después que llegué a casa, sin que mis padres lo supieran, llamé a Natalia.  Hacía más de dos meses que no hablaba con ella.  Yo no había aceptado el hecho que ella saliera con sus amigos.  Me pidió paciencia, pero no la tuve, y la dejé de llamar.  Ella se sorprendió mucho con la llamada, y más con la noticia.  Yo lloraba mientras escuchaba sus insultos, sus gritos a unos destinatarios desconocidos.  Me pidió que nos viéramos.  Yo le prometí hacer todo lo posible para verla antes de nuestro viaje.  Un amigo me ayudó.  Me dejó en el restaurante donde ella estaba esperándome.  Le pedí perdón por mis inseguridades, por mi celos enfermizos.  Le dije que ella le había dado sentido a mi existencia en un momento difícil.  Ella no decía nada, sólo me miraba y lloraba.

Aunque no pude verme con él, llamé al Ingeniero Bernal y le conté que había dejado la universidad por problemas de seguridad.  Me preguntó si había recibido amenazas de la AGVT.  Le respondí que me parecía muy improbable pues las amenazas estaban relacionadas con dinero.  Me preguntó a qué ciudad viajábamos.  Le mentí y le dije que viviríamos en Costa Rica.

Salimos de Medellín un jueves en la mañana.  Llegamos a Bogotá en la noche.  Yo me sentía enfermo, creo que la altura me estaba afectando.  Al siguiente día, viernes,  me levanté tarde, comí algo y quise dar una vuelta por los alrededores del apartamento en que nos estábamos quedando.  Vi un centro comercial y caminé en esa dirección.  Al entrar me di cuenta que era el medio día.  Estaba triste, frustrado, desesperanzado. Caminaba sin tener un destino. Me sentía desolado.  No entendía por qué me tenían qué pasar estas cosas, dejar Medellín, mi grupo de amigos, y Natalia.

Estaba en mis pensamientos cuando sentí que alguien llegaba apresuradamente.  Me dijo, con mi propia voz, que yo estaba en peligro y que teníamos que correr.  Yo lo hice sin saber por qué.  Subimos al segundo piso y nos metimos en una librería.  Él parecía conocer el centro comercial.  Me contó quién era, y al mirarlo, asustado, le pregunto  “¿vos sos yo?”  Él me respondió afirmativamente, y agregó que lo más importante era saber por qué una  mujer nos seguía.  Cuando la señala, me doy cuenta que quien no sigue es Clarissa Federico, la agente  AGVT-UU-29.






Fin




Ir a "Mundos paralelos" (Primera entrega)

1 comment:

Monica said...

me encantó esta entrega, la forma en la que está escrita y el mensaje que nos brinda.
en todos los apartamento en buenos aires en los que viví durante toda mi vida que leo este tipo de libros..