La conoció en una clase de inglés que tomó durante sus vacaciones de fin de año. Al tomar esta clase, Hugo quería terminar con los requisitos de su carrera. Ella, a quien llamaré Gabriela, estudiaba biología. Estaba en el segundo semestre de una carrera que odiaba, pero que esperaba le sirviera para poder transferirse a medicina en los próximos semestres. Su trato en las clases era meramente académico. Una que otra actividad en parejas, y una vez él calificó una de las pruebas de vocabulario de ella. Le dio un 90%, cuando en realidad merecía un 80%. Gabriela no se percató de su gesto.
Hugo tomaba la buseta desde su casa hacía la universidad en las mañanas, pero
normalmente caminaba a la vuelta.
Le gustaba ver el movimiento, escuchar el ruido, oler lo que se
preparaba en las cafeterías.
Siempre fue un enamorado de su ciudad y del equipo de fútbol que, según
él, representaba Bogotá en todo su esplendor. Un día de lluvia decidió tomar una buseta de vuelta a
casa. En el paradero estaba
Gabriela. La saludó y se dio
cuenta que, casualmente, iban a tomar la misma buseta (contando que él
preferiría tomar una que lo dejara a dos cuadras de su casa). Se sentaron en la misma silla. Hablaron de la clase, de por qué
estaban tomando inglés y de lo que harían el resto de
las vacaciones. Después de ese
martes, comenzaron a sentarse juntos en clase, y en la buseta de vuelta a sus
casas por las tardes. Fueron un
par de veces a cine juntos (a ambos les gustaban las películas
de ciencia ficción), y cuando comenzó el semestre regular, almorzaban juntos
los martes, como una manera de recordar el día que comenzó su amistad. Cuando se lo pregunté, Hugo me dijo que
entre ellos no había más que “una perfecta amistad.” Tres meses después, cuando le pidió a Gabriela que fuera su
novia, Hugo ya no se acordaba de lo que me había dicho.
Sólo se
necesitaron unos meses para que Hugo se diera cuenta de la fragilidad de
Gabriela. Era una persona
depresiva y muy insegura. Sus
crisis eran tan fuertes que ella se negaba a verlo o a responder sus
llamadas. Inicialmente pensé que
esto haría que su relación terminara, pero antes logró que se unieran más. Hugo se había convertido en un
protector para ella y siempre estaba buscando cosas que la hicieran feliz y evitar aquellas que la podrían afectar. Fue así como le sugirió que se reuniera
con algún profesor de la facultad de medicina para que le aconsejara la mejor
manera de lograr transferirse de Biología. Inicialmente ella estuvo bastante escéptica, pero ante su
insistencia, ella dijo que lo iba a pensar.
Después
de unos días, Gabriela le contó que se iba a reunir con un profesor que le
había dicho que era muy factible lograr su trasferencia. Ella no le quiso decir el nombre del
profesor (por agüero) pero estaba feliz. Los
que la conocíamos, podíamos decir que nunca la habíamos visto irradiar tanta
alegría. Hugo estaba bastante contento.
Lo que él, ni ninguno de nosotros esperaba, fue el desenlace de esta aparente buena noticia.
Continuará
* Quiero pedir disculpas a mis lectores por el retraso en la publicación, pero fueron motivos ajenos a mi voluntad los que me impidieron hacer llegar a ustedes esta primera entrega. Como recordarán, el pasado primero de octubre alguien infiltró mi cuenta, y yo puse una denuncia ante las autoridades pertinentes. Por este motivo mi cuenta estuvo clausurada por la AGVT, la cual estuvo investigando el hecho. Aunque aun no se han atrapado los responsables, en su e-mail ellos me aseguran que se encuentran cerca de quienes utilizaron mi fama para su beneficio. Muchas gracias por su paciencia.
Q.