Wednesday, August 26, 2020

El comienzo del fin




Cuando la botella explotó dentro del avión, yo sentí un pequeño rocío de lo que creí era agua. La niña que
la abrió comenzó a llorar, y su madre la calmaba mientras me miraba. Cuando se lo comenté, Gabbie me ignoró, andaba más preocupada por las manchas azules que se revelaban en mi brazo.  Yo no las había notado, pero cuando traté de cubrirlas, un hombre me detuvo y dijo con extraño acento: “Por su seguridad no se toque el brazo. El piloto del avión ya sabe que tenemos que aterrizar, para que usted y el resto de los pasajeros reciban el tratamiento adecuado.”

 

Mi agitación pasó desapercibida ante la conmoción que reinaba alrededor de la silla 18E.  Gabbie y yo nos miramos tratando de buscar respuesta a lo que había ocurrido. El extraño hombre parecía haber notado nuestra intranquilidad, porque nos miró, y con una voz que inspiraba una paz indescriptible, puso sus manos sobre las nuestras y nos dijo que todo iba a estar bien.

 

Cuando abrí los ojos estaba acostado, boca arriba, en la cama de un hospital.  Miré a mi alrededor y pude ver a Gabbie dormida en una silla. Traté de levantarme, pero no sólo no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo, sino que también tenía mi brazo derecho conectado a unos tubos que transportaban un líquido amarillento.  Recordé las manchas azules, y al mirar mi brazo, noté unas pequeñas quemaduras que parecían estar desapareciendo. Mis movimientos parecieron despertar a Gabbie que se emocionó al verme ya recobrado. Me contó cómo un rayo dañó parte del sistema eléctrico del avión y tuvimos que aterrizar de emergencia.  El tren de aterrizaje no funcionó totalmente, y las chispas generaron un pequeño incendio que afortunadamente no causó heridas a nadie, pero el humo hizo que algunos de los pasajeros se desmayaran. Yo fui uno de ellos.

 

No podía entender por qué lo que yo recordaba era diferente a lo que Gabbie me decía.  Sin embargo, antes que yo alcanzara a decir algo, aparecieron unas personas vestidas muy elegantemente.  Dijeron que trabajaban con la compañía de seguros y que estaban haciendo visitas de rutina a todos los pasajeros envueltos en el accidente.  Me pareció reconocer a la madre de la niña dentro del grupo, pero ella pareció evitar cualquier tipo de contacto visual conmigo. Nos dijeron que se alegraban de mi progreso y que esperaban que llegáramos pronto a nuestro destino final.  Después que salieron, le pregunté a Gabbie si reconocía a alguien de ese grupo. Me dijo que era la primera vez que los veía.

 

Estaba confundido.  Parecía como si Gabbie y yo no hubiéramos estado juntos durante las últimas 24 horas. Inicialmente pensé que, al haber perdido el conocimiento, mi memoria podría estar fallando.  Fue por esto que preferí no decir nada y simplemente actuar como si toda mi confusión estuviera relacionada con el accidente.

 

Después de dos días, me dieron de alta, y me fui con Gabbie a un hotel hasta que la aerolínea logró conseguirnos un vuelo de vuelta a casa.  En nuestro viaje, vi a la mujer y la niña de la botella sentadas detrás mío. La madre parecía muy interesada en todo lo que yo hacía. Incluso cuando fui al baño, ella hizo lo mismo.  Gabbie no lo notó. 

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