Monday, January 26, 2009

Seattle, WA

Escuché hablar de Seattle por primera vez por allá en el 93. Creíamos en aquel entonces que era un suburbio de Washington, la capital. No sabíamos que había un estado que se llamaba Washington cuya ciudad más importante era Seattle y que quedaba a más de dos mil millas de Washington, la capital. Esta ciudad se volvió importante para nosotros pues era la que había visto nacer a bandas como Pearl Jam, Nirvana, Sound Garden y Alice in Chains entre otras. Nos juntábamos en la casa de Alzate todos los viernes y uno que otro sábado, comprábamos la botella de vino más barata que pudiéramos encontrar (tres patadas) y bebíamos escuchando música grunge soñando en formar una banda y tocar un concierto en Seattle.

No te conté que yo comencé a juntarme con este grupo en mi segundo año de la universidad. Mi primer año me la pasaba con la novia que un tiempo después comenzaría a salir con el estudiante de medicina del que te hablé. Yo andaba bastante deprimido por su nuevo novio, no el médico…ese fue después, este era un estudiante de publicidad, amigo de la hermana. Fue entonces cuando acepté una de las invitaciones que Alzate me hizo a su casa. Esa primera noche les conté toda la tristeza que sentía después que mi novia, ex-novia ya, me había dejado pues se había cansado de mis celos enfermizos. Historia que les repetiría con bastante frecuencia cada noche que nos reuníamos.

Una de esas tantas noches decidimos comenzar a soñar y hablar “en serio” acerca de nuestra banda de rock. Después de mucho debatirlo por fin nos decidimos por un nombre: “Alzate pelo negro”. Yo estaría en la batería mientras que nuestro líder en la voz sería Alzate. No sé que pasó finalmente con la banda pues al poco tiempo yo tuve que dejar la ciudad e irme a Bogotá por motivos de seguridad, cambiarme a Ingeniería Industrial, y aunque seguía escuchando música grunge, ya no era lo mismo pues lo hacía solo, en la sala de mi casa, con la luz apagada, pensando en cómo hubiera sido mi vida si no hubiera sido amenazado de secuestro y hubiera continuado viviendo en Medellín.

Después de mi graduación en abril del 99 en Ingeniería Industrial, mi director de tesis me consiguió un trabajo con Cincom, compañía de consultaría norteamericana de la cual él era su representante en Colombia. Mis primeras consultorías fueron con empresas pequeñas de producción en las que yo hacía trabajos de tiempos y movimientos, mientras que mi profesor se encargaba de la parte de mercadeo y recursos humanos. Después de tres meses ya había sido invitado dos veces a reuniones en Cincinnati y casi sin saberlo pasaba la mitad del tiempo en Bogotá, y la otra mitad en los Estados Unidos. Probablemente por este motivo nunca me casé. No tenía tiempo de tener una relación estable y mi timidez no me permitía tener relaciones cortas.

Con el tiempo comencé a asistir a diferentes conferencias y fue en una de esas, hace dos meses, cuando conocí en San Francisco a Jim Iffland, ingeniero que trabajaba para Seattle Consultant. Esta es la compañía de consultoría más importante del noroeste norteamericano, la cual trabajaba con empresas de la talla de Boeing y Microsoft. Jim me invitó a un café y me preguntó que si estaría interesado en tener una entrevista con ellos. Fue así como el siguiente día tuve una video conferencia con Tony L. Geist, CEO de la compañía y con Carolyn Lukens de HR. La verdad sentí que más que una entrevista fue una conversación entre amigos que se acababan de conocer. Jim me felicitó por la entrevista y me dijo que estarían en contacto conmigo en las próximas semanas para invitarme a visitar la compañía. Mi viaje de vuelta a casa fue un sueño. Pasé la mayor parte del tiempo pensando en cómo sería mi nueva vida en Seattle. Ya de vuelta en mi apartamento, usando Google Earth, pude casi conocer los diferentes barrios de la ciudad, la ubicación exacta de Seattle Consultant y pude identificar las diferentes rutas de autobús que me llevarían desde los diferentes barrios donde podría vivir. También desempolvé mis viejos CDs de música grunge y los subí a mi Ipod. Luego compré algunas de las canciones que no tenía de aquella época, y cada noche escuchaba la música del 93 y 94. Además compré un Wii y el juego Guitar Hero para tocar la misma música que escuchaba. La banda que armé le puse el nombre de “Alzate pelo negro” en honor a mis amigos de Medellín. Con todos estos preparativos y dejándome llevar por mis sueños, no me di cuenta que habían pasado el par de semanas de las que Jim me había hablado. El tiempo seguía pasando y a pesar que cada día revisaba mi correo electrónico frecuentemente y tenía mi teléfono celular siempre cerca, no recibía noticias de Seattle. Todo esto cambió el pasado sábado cuando llegó la carta que no hubiera querido recibir.

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